Muchos pequeños manifiestan su frustración mordiendo o arañando a otros niños o incluso a adultos. Pegar forma parte del proceso normal de crecimiento y socialización del niño.
¿Por qué muerden los niños?
A pesar de que cada niño es un mundo, hay situaciones que pueden predisponer a que aparezcan conductas agresivas como, por ejemplo, un cambio importante en su vida. Muchos niños muerden como reacción a una situación que no les gusta o que no pueden controlar, por frustración y dificultad para comunicarse, como consecuencia de tener poco autocontrol, ser emocionalmente inestables o estar excesivamente estimulados. Para entender mejor estas conductas es importante contextualizarlas y tener en cuenta la edad del pequeño.
Los niños hasta los 4 años tienen poca tolerancia a la frustración y, como no dominan todavía el lenguaje, responden pegando a sus compañeros de la escuela infantil cuando algo no les gusta o frente a una situación que no controlan.
Se trata de una etapa en la que empiezan a interactuar socialmente de manera más activa e, inevitablemente, aparecen los conflictos. A partir de los 4 años, la mayoría de los niños tienen el lenguaje y las habilidades sociales más desarrolladas y, por tanto, disponen de más herramientas para sustituir la conducta agresiva por una más comunicativa. Antes de esta edad pasan por la etapa oral por la que aprenden y conocen el mundo a través de la boca y es su fuente de placer y de gestión.
Si bien es cierto que, conforme crecen, disminuye la frecuencia de este tipo de comportamientos tan habituales durante la primera infancia, es importante corregir y prevenir estas conductas mediante la intervención adulta. La mejor manera de hacerlo es, una vez más, predicando con el ejemplo y NUNCA reaccionar con agresividad ante una conducta inadecuada.
¿Cómo evitar estas conductas?
El primer paso para ayudar al niño que muerde es no ser indiferente a sus ataques, no se trata de castigar al pequeño para que no lo vuelva a hacer, está comprobado que los castigos no previenen comportamientos inadecuados. Se trata de entender el porqué de esa conducta y darle herramientas para que canalice su frustración de otra manera. Ayudarle a expresar qué le sucede (poner palabras a su emoción) y que sepa que puede acudir a su adulto de referencia cuando algo le disguste, para que se sienta comprendido, arropado y le ayude a gestionar la situación.
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