Cuándo y cómo se pueden cortar las uñas por primera vez a un bebé es una preocupación frecuente en los padres primerizos. Seguramente habéis oído decir que hay que esperar alrededor de un mes, pero os agobia ver los arañazos que vuestro bebé se hace al mover sus manos incontroladamente. Examináis sus uñas y veis que, además de largas, algunas están rotas. ¿Qué hacer?
Lo primero que debéis saber es que las uñas de los neonatos son frágiles y quebradizas, con tendencia a rotura irregulares hasta aproximadamente la tercera semana de vida, momento en el que suelen empezar a ser más resistentes. En segundo lugar, que están muy pegadas a la piel, por lo que es fácil lesionarla al cortarlas. Y que, aún en el caso de que intentéis igualar sus bordes, es muy probable que se sigan rompiendo y siga apareciendo algún que otro arañazo. Generalmente son heriditas sin importancia, se curan espontáneamente al aire y el único cuidado que requieren es mantenerlas limpias. Por otra parte, es preferible dejar en libertad las manos del bebé. No es recomendable mantenerlas cubiertas constantemente para evitar los arañazos. Las manoplas deben reservarse para cuando sea necesario protegerle del frío. Si os preocupa mucho el estado de sus uñas antes de la tercera semana podéis utilizar una lima especial para bebés, de superficie muy suave y extremos redondeados, para pulir los bordes irregulares sin hacer presión. ¡Cuidado con las tijeras! Las puntas romas de las tijeras de bebés ayudan a evitar lesiones. Pero recordad que sus uñas están muy pegadas a la piel y al principio no es fácil reconocer bien la zona en la que verdaderamente están libres. Si a pesar de todo queréis intentarlo con las tijeras debéis hacerlo con sumo cuidado, teniendo en cuenta desde el primer momento, y en lo sucesivo, que el corte nunca debe apurarse (la uña debe quedar un poco por encima del borde de la piel), no debéis seguir la línea redondeada del dedo (dejad las esquinas cuadradas), es conveniente pulir después el borde de la uña suavemente con la lima y aplicar al final una loción hidratante. Al cortarlas de esa forma se previene la aparición de uñas encarnadas, porque la zona de unión de la uña y la piel es muy fina y sensible en los bebés, puede erosionarse con facilidad y favorecer que al crecer se hundan en la carne. Por supuesto, debéis hacerlo igual con las uñas de los pies, que crecerán a un ritmo menor que las de las manos. Cortadlas cuando sea necesario, revisadlas atentamente cuando comience a gatear y a caminar, y cambiad a tiempo la talla de sus zapatitos. Esperar a que le queden demasiado justos es un factor de riesgo añadido para que puedan encarnarse. Para evitar accidentes procurad elegir momentos en los que tanto vosotros como vuestro bebé estéis relajados. Por ejemplo, después del baño o, incluso cuando el bebé está dormido. A medida que va creciendo puede resultaros más difícil, especialmente si es muy activo. En ese caso el tándem papá-mamá, o viceversa, puede ser una buena alternativa para distraerle, centrar su atención en otra cosa y poder sujetarle con firmeza. Pero nunca a la fuerza. Si le produce nerviosismo y/o llanto es mejor que lo dejéis para otro momento. En el caso de que se produjera inadvertidamente algún pequeño corte en la piel (no seríais los primeros ni los últimos), debe bastar con presionar con una gasa sobre la heridita, hasta que deje de sangrar, y después mantenerla limpia y aireada. No conviene ponerle una tirita, para evitar el riesgo de asfixia. El bebé puede despegarla al llevarse las manos a la boca y atragantarse.
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