1) La importancia de la temperatura: La temperatura de la habitación en la que bañes a tu bebé, así como la temperatura del agua, son dos aspectos fundamentales a tener en cuenta. En el primer caso, el de la temperatura ambiente, lo recomendable es tener la habitación a una media de entre 22º y 25º y con ventanas y puertas cerradas para evitar corrientes de aire. Por lo que respecta a la temperatura del agua, lo aconsejable es que ésta se sitúe entre los 37º y 38º, en línea con la temperatura corporal normal. Para asegurarte de que la temperatura es correcta, puedes utilizar un termómetro de agua. Pronto serás una madre experta, ya lo verás, y te bastará con tocar el agua con tu codo para saber si está a la temperatura correcta.
2) Ten a mano todo lo que necesitas: De la misma forma en que os comentábamos en el artículo sobre el cambio de pañal, a la hora del baño del bebé también debes tener a mano todo lo que necesitas (esponja, jabón y toalla), porque bajo ningún concepto puedes dejar a tu pequeño aventurero solo en el agua. ¡Un bebé puede ahogarse en 20 segundos en apenas un charco de agua! A partir de los tres meses o cuando tu bebé empiece a interactuar y a intenta coger objetos, a los utensilios básicos también puedes añadir juguetes de goma aptos para el agua con los que entretenerle durante el baño.
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3) Agarre del bebé: Una vez en el agua, el agarre del bebé es fundamental para su seguridad y tu comodidad. En ese sentido, es muy recomendable buscar el asesoramiento de las enfermeras del hospital que te atiendan tras dar a luz. Nuestra recomendación es que, para meterlo en la bañera, utilices una mano para sujetarle las nalgas y los muslos. La otra la debes pasar por debajo de su axila, de forma que su cuello y su cabeza queden apoyados en tu muñeca y tu antebrazo. Una vez en el agua y apoyado en la superficie de la bañera, puedes retirar con suavidad la mano que tenías en sus nalgas y muslos, que será la que utilices para bañarlo. Si tienes cualquier duda en los primeros baños no dudes en preguntar a tu matrona o en pedir ayuda a familiares y amigos con más experiencia.
4) El lavado: Si antes del baño tu pequeño aventurero ha hecho caca, es importante que le limpies con toallitas húmedas antes de meterlo en la bañera para evitar la dispersión de gérmenes por el agua. Una vez en el agua, basta con frotarle con delicadeza con una esponja suave, en la que podemos añadir un poco de jabón respetuoso con la piel de los bebés. Durante el lavado, que en el caso de los recién nacidos no debe extenderse durante más de diez minutos, es importante hacer hincapié en los pliegues de la piel (¡sobre todo en el caso de los bebés más rollizos!) y en zonas menos accesibles como las axilas o la parte posterior de las orejas.
5) El secado: El baño del bebé acaba fuera del agua con el secado. Es fundamental tener la toalla a mano y cubrir al pequeño con ella nada más salir, para evitar que se enfríe. Una vez en el cambiador (si está en otra habitación distinta, ésta tiene que estar también a una temperatura de entre 22º y 25º), seca a tu pequeño aventurero con delicadeza, haciendo hincapié también en los pliegues, para que no se queda húmeda la piel, lo que puede generar irritaciones. Si tu bebé lo disfruta, antes de vestirlo también puedes darle un masaje con crema hidratante. ¡Se va a quedar relajadísimo!
Por regla general a los bebés les encanta bañarse, pero si en el caso de tu pequeño aventurero no es así, no lo fuerces y dale su tiempo. Poco a poco irá aceptando el agua y el momento del baño del bebé se convertirá en algo muy especial para todos