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Foto del escritorRuben Fuertes

De 7 a 10 meses, los cambios se aceleran

Actualizado: 23 may 2021


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de 7 a 10 meses, los cambios se aceleran

El tiempo es relativo. Un bebé crece a un ritmo difícil de definir, quizá lento en comparación con otros mamíferos, pero si estás disfrutando de tu maternidad o tu paternidad en este momento, te dará la sensación de que crecen a un ritmo vertiginoso.

Lo cierto es que los cambios perceptibles por nosotros se aceleran a partir del tercer trimestre: cada vez duerme un poquito menos, su apetito es mayor, interactúa más con el entorno… Y muchos procesos tienen lugar a la vez: su sistema digestivo madura, le salen los dientes, es cada vez más ágil y coordinado... Te orientamos al respecto centrándonos en tres aspectos fundamentales de su desarrollo: oral, motor y cognitivo.

Recuerda que todos los plazos que sugerimos para los hitos evolutivos de los bebés son aproximados. ¡Cada uno sigue su propio ritmo!


Desarrollo oral: todo por descubrir Tras los seis primeros meses de lactancia materna exclusiva a los bebés se les abre –también a nosotros como padres- un mundo nuevo: la alimentación complementaria. Frutas, verduras, cereales, carne, pescado…tienen todo por descubrir. A esta edad han desarrollado ya algunos dientes, poseen reflejo de masticación y son hábiles para sujetar pequeños objetos con sus dedos. Pueden, por ejemplo, coger trozos pequeños de fruta o una galletita y llevárselos a la boca tan ricamente. También puedes dejarle una cucharita cargada con yogur, puré, una crema…para que se lo lleve a la boca ¡verás que divertido! Esa (relativa) autonomía a la hora de alimentarse les divierte y estimula: descubren olores, sabores, texturas…y es clave para una relación sana y abierta con los alimentos en el futuro. No obstante, hemos de ser muy cuidadosos con los alimentos que les proporcionamos (considerad siempre su tamaño y dureza) y acompañarlos muy de cerca en esta etapa de descubrimientos. Podéis empezar, por ejemplo, con clásicos como plátano, pera, calabacín, zanahoria, arroz cocido…comida de masticación y digestión sencilla ¡no es cuestión de abrumarlos desde tan pequeños! Si tienes dudas sobre qué alimentos ofrecerle o en qué momento consulta con tu pediatra: estará encantado de orientarte. Además, también comienzan a entrenar su mecanismo de saciedad, otro factor importante que también nos pondrá en nuestro sitio como padres: tenemos que aprender que un bebé no tiene siempre el mismo apetito y que no hay que obligarle a comer. ¿Comerá más lento? seguro, ¿será más trabajoso para vosotros? Sin duda, ¿merece la pena? Por supuesto, es parte de su educación.

Desarrollo motor: ¡a gatear! (o no) En esta preciosa etapa es cada vez es más consciente de sí mismo, de su cuerpo y de su relación con el espacio de alrededor. Empiezan a gatear, pero no lo consiguen por arte de magia, ¡hay un gran trabajo previo! Primero observarás como es capaz de darse la vuelta completa en su cunita, de boca arriba a boca abajo y viceversa. También es capaz de permanecer sentado, de forma estable y sin apoyarse en nada más. Solo este logro ya implica un gran entrenamiento de equilibrio y coordinación para su pequeña musculatura (y supone la antesala del gateo). Técnicas de gateo: más allá de la postura convencional existen técnicas alternativas como desplazarse sentado, doblando las piernas para deslizar las nalgas, arrastrándose como un marine deslizando su barriguita con la ayuda de sus extremidades... No obstante, hay algunos pillos que se saltan esta etapa de transición y pasan directamente a caminar. Observarás como progresa: se pone de pie, se mantiene, se ve confiado y, finalmente, se lanza al ruedo…entonces nadie podrá pararle y comenzará una nueva etapa de persecuciones por el pasillo y alguna que otra caída ¡nada que los besos de sus papis no puedan curar! En todo caso no debes preocuparte si se salta el gateo: no es nada raro. Recuerda que es el bebé quién marca el ritmo.

Desarrollo cognitivo: del reconocimiento a la imitación Lo puedes ver en su mirada: cada vez está más despierto y es más consciente del mundo. Presta atención a los que le rodean, y también a sus juguetes ¡intenta quitarle uno y verás!, descubre la gravedad y le encanta lanzar cosas al suelo. También encuentra grandes estímulos en los sonidos, pasa de distinguir simplemente los tonos de voz de sus papás (de los suaves y relajantes –todo va bien- a los altos y agitados -¡algo habré hecho!-) a reconocer palabras y a expresarse con esos gorjeos tan tiernos, con tímidos balbuceos silábicos (ma, ba, pa) y a imitar sonidos del entorno. Por eso es tan importante que los padres estimuléis su oído: mantened conversaciones con él, contadle que estáis haciendo y porqué, esperad a que se exprese y contestadle siempre con dulzura y pausadamente. Repetid los sonidos que él haga, introducidle poco a poco nuevas palabras que él identifique con su día a día (agua, perro, mano) y reíos mucho juntos. Y es que desarrollar la capacidad de comunicarse a través del habla es imprescindible para su desarrollo cognitivo y debéis favorecerlo al máximo. Os sorprenderá comprobar su capacidad de asimilación y como en los próximos meses reaccionará a su nombre y al poder del ¡no!, dirá sus primeras palabras (¿mamá o papá?)

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